Supongo que no es muy diferente a la de otros... pero me gustaría contárosla. Todo empieza hace dos años, cuando murió mi gato Quino, de un tumor en el hígado con metástasis en los pulmones... yo vivo en Portugal, y me lo llevé a España para que lo viera su veterinario... y muriera allí. Fue muy dramático, os podeis imaginar. Pero eso es otra historia. El caso es que cuando volví, mi novio decidió que teníamos que tener otro gato cuanto antes, por mí. Yo no quería, me parecía que era traicionarle, y pensaba que no podía querer tanto a otro gato.. al menos tan pronto.
Aquí, en vez de a las protectoras, llevan a los gatos abandonados a las tiendas de animales. Un día estábamos haciendo compras en un centro comercial y pasamos al lado de una... y allí estaba ella. Se parecía a Quino un poco. Nunca entro en tiendas de animales, lo paso muy mal, pero entramos. La habían recogido en la calle, yestaba tan asustada que tardaron más de 15 minutos en sacarla de la pecera (lo cual no me tranquilizó demasiado). Cuando lo consiguieron, la chica me dijo "creo que va a necesitar mucho cariño"... pero yo pensaba que acababa de adoptar a un monstruo... con lo bueno que era Quino.
Los primeros días apenas se dejaba coger, pero cuando lo conseguíamos, a los dos minutos ya se quedaba dormida...debía haberlo pasado fatal.
Le pusimos Mafalda en homenaje a Quino, pero también porque era portuguesa, y aquí es un nombre muy común.
La vida en la calle no es fácil... y se le notaba. Mafalda venía con tiña, ascaris tan largas como ella y una afección intestinal que tardamos cuatro meses en poder controlar. Por ese motivo, no ha crecido.. tiene un año y medio y pesa menos de dos quilos, tiene el tamaño de un gato de seis meses. Con el tiempo.. ya fue confiando en nosotros. Y ahora... tendríais que verla. (Esto va para los que piensan que los gatos son esquivos, sólo quieren a quien les da de comer, son egoistas....). Yo no trabajo y paso todo el día con ella, así que le doy de comer, limpio la arena... pero cuando suena el ascensor y el que llega es mi novio, pega un salto y se planta en la puerta a recibirle, y va por toda la casa siguiendo sus pasos. Siempre está donde estamos nosotros, menos por la noche, claro, le encanta su cestito al lado del calefactor. Cuando vienen visitas, selecciona muy bien la gente que le gusta, y ya puede ser un enemigo acérrimo de los gatos, que como a ella le caiga en gracia... no se despega. Eso sí, si el invitado no le gusta, por muchas fiestas que le haga, no le hace ni caso. Y es mu celosa. Si los invitados pasan días en casa, (y claro, nosotros salimos más...) se enfada con nosotros y entra en celo o tira la tierraa de las macetas (ya hemos comprobado que es por eso). Sólo hay una cosa que no conseguimos, y es que saber que hay un plato con comida en la encimera es superior a sus fuerzas. Tiene que subir (aquí pido ayuda, si se os ocurre algo...). Se conoce que en la calle le dieron sobras, y no se le olvida.
Bueno, esa es Mafalda. Ahora, aunque a veces me acuerdo de Quino, me siento feliz por tenerla, porque paso mucho tiempo sola, y me hace tanta compañía....
Aquí, en vez de a las protectoras, llevan a los gatos abandonados a las tiendas de animales. Un día estábamos haciendo compras en un centro comercial y pasamos al lado de una... y allí estaba ella. Se parecía a Quino un poco. Nunca entro en tiendas de animales, lo paso muy mal, pero entramos. La habían recogido en la calle, yestaba tan asustada que tardaron más de 15 minutos en sacarla de la pecera (lo cual no me tranquilizó demasiado). Cuando lo consiguieron, la chica me dijo "creo que va a necesitar mucho cariño"... pero yo pensaba que acababa de adoptar a un monstruo... con lo bueno que era Quino.
Los primeros días apenas se dejaba coger, pero cuando lo conseguíamos, a los dos minutos ya se quedaba dormida...debía haberlo pasado fatal.
Le pusimos Mafalda en homenaje a Quino, pero también porque era portuguesa, y aquí es un nombre muy común.
La vida en la calle no es fácil... y se le notaba. Mafalda venía con tiña, ascaris tan largas como ella y una afección intestinal que tardamos cuatro meses en poder controlar. Por ese motivo, no ha crecido.. tiene un año y medio y pesa menos de dos quilos, tiene el tamaño de un gato de seis meses. Con el tiempo.. ya fue confiando en nosotros. Y ahora... tendríais que verla. (Esto va para los que piensan que los gatos son esquivos, sólo quieren a quien les da de comer, son egoistas....). Yo no trabajo y paso todo el día con ella, así que le doy de comer, limpio la arena... pero cuando suena el ascensor y el que llega es mi novio, pega un salto y se planta en la puerta a recibirle, y va por toda la casa siguiendo sus pasos. Siempre está donde estamos nosotros, menos por la noche, claro, le encanta su cestito al lado del calefactor. Cuando vienen visitas, selecciona muy bien la gente que le gusta, y ya puede ser un enemigo acérrimo de los gatos, que como a ella le caiga en gracia... no se despega. Eso sí, si el invitado no le gusta, por muchas fiestas que le haga, no le hace ni caso. Y es mu celosa. Si los invitados pasan días en casa, (y claro, nosotros salimos más...) se enfada con nosotros y entra en celo o tira la tierraa de las macetas (ya hemos comprobado que es por eso). Sólo hay una cosa que no conseguimos, y es que saber que hay un plato con comida en la encimera es superior a sus fuerzas. Tiene que subir (aquí pido ayuda, si se os ocurre algo...). Se conoce que en la calle le dieron sobras, y no se le olvida.
Bueno, esa es Mafalda. Ahora, aunque a veces me acuerdo de Quino, me siento feliz por tenerla, porque paso mucho tiempo sola, y me hace tanta compañía....