Conocí a mi Noah (EL NEGRO) en una época en la que no teníamos muchas posibilidades de tener gato porque mi suegra vivía con nosotros y era alérgica a los gatos (creo que es alergia psicológica, pero bueno) pero el día en que lo vi me engañó con esa miradita pícara que tiene y sus trazas de panterito. El que ahora es mi marido y yo habíamos llevado a una chica a la prote en la que estabamos de voluntarios para que se llevara un gatito a casa, y yo me quedé tan enamorada de Noah (entonces no tenía nombre, era muy peque) que intenté convencerles de que se lo llevaran, pero se quedaron con su hermanita. Volvimos a casa y yo no podía dejar de pensar en esa mirada suya... así que Jose, (creo que en cierta manera, a él también lo hiptonizó) dio media vuelta y volvimos a por él.
El caso de Peter y la Nena... es uno más de los que pasan cotidianamente en nuestras ciudades. Jose trabaja en un estadio de fútbol y la gata que caza por allí había parido. Estaban haciendo una obra y el idiota del jefe de obra decía que iba a llevarse a los cachorros en una bolsa de basura y tirarlos por ahí... así que nos los trajimos a casa ya que la prote estaba saturada. Sólo pensabamos quedarnos con la Nena... pero Peter (EL BLANCO) se puso malito y pensamos que no sobreviviría... después de muchas visitas al veterinario sobrevivió y ahora es un gato adorable y feliz (eso espero) Esta foto es de cuando acababan de llegar los tres.
Creo que me he enrollado mucho...
otro día contaré la historia de Neo y Pelusa, la familia gatuna que vive en casa de mis padres. Perdón de nuevo por el rollo.. pero es que estaría toda la vida hablando de mis nenes!!