Qué pretendemos nosotros de nuestros gatos?
Me hago es pregunta porque me parece muy importante crear conciencia de quienes tenemos mascotas hacia quienes se inician con un nuevo habitante en casa y desconocen las sorpresas que ello depara.
Tener un gato no significa que el nuevo miembro de la familia cumpla a rajatabla con las reglas preestablecidas en casa. No podemos pretender que se transforme en un peluche inanimado que solo sirva para que las visitas digan: Que lindo!
No podemos pretender que atienda el teléfono, ordene sus cosas, haga un curso de Excel o un Doctorado en Harvard.
Debemos asumir que como ser vivo, tenemos la obligación de cuidarlo, atenderlo y hacer de su estancia lo más grata posible, ya que lo hemos sometido a situaciones ajenas a su naturaleza: confinamiento y castración como mínimo.
No le pidamos milagros, porque a pesar de que a veces es más querido que algún pariente humano, es un gato y debemos conformarnos con sus respuestas, de gato.
No lo comparemos nunca con un perro, son totalmente diferentes, en actitudes y comportamiento. Va un simple dato: Nuestro cerebro puede recordar como mínimo dos mil caras, si no, piensen un nombre y vuestro cerebro reconstruirá las facciones al instante. Un perro puede recordar unas veinte caras, porque sus ancestros cazaban en manada y la naturaleza les proveyó amén del olfato ese mecanismo de reconocimiento. En cambio el gato no recuerda caras, es un predador solitario, recuerda entornos territoriales a la perfección y nuestras caras a fuerza de verlos todos los días puede formar parte de ese entorno y nada más, el debe olfatear para identificar. Por eso el hecho de ponernos un sombrero los asusta , o el hecho de cambiar un mueble de lugar los pone nerviosos a veces.
Reflexionemos: si pudiera preguntarle al gato si elije quince años en un almohadón, con su cuenco de alimento fresco y su bandeja impecable o elije tres años de vida en libertad, con aventuras y sexo a granel, cazando lo que quiera y andando por donde se le ocurra, sabría la respuesta, todos la sabemos.
Démosle todo lo que podamos y si la respuesta es un simple ronroneo, démonos por satisfechos.
Besos
Me hago es pregunta porque me parece muy importante crear conciencia de quienes tenemos mascotas hacia quienes se inician con un nuevo habitante en casa y desconocen las sorpresas que ello depara.
Tener un gato no significa que el nuevo miembro de la familia cumpla a rajatabla con las reglas preestablecidas en casa. No podemos pretender que se transforme en un peluche inanimado que solo sirva para que las visitas digan: Que lindo!
No podemos pretender que atienda el teléfono, ordene sus cosas, haga un curso de Excel o un Doctorado en Harvard.
Debemos asumir que como ser vivo, tenemos la obligación de cuidarlo, atenderlo y hacer de su estancia lo más grata posible, ya que lo hemos sometido a situaciones ajenas a su naturaleza: confinamiento y castración como mínimo.
No le pidamos milagros, porque a pesar de que a veces es más querido que algún pariente humano, es un gato y debemos conformarnos con sus respuestas, de gato.
No lo comparemos nunca con un perro, son totalmente diferentes, en actitudes y comportamiento. Va un simple dato: Nuestro cerebro puede recordar como mínimo dos mil caras, si no, piensen un nombre y vuestro cerebro reconstruirá las facciones al instante. Un perro puede recordar unas veinte caras, porque sus ancestros cazaban en manada y la naturaleza les proveyó amén del olfato ese mecanismo de reconocimiento. En cambio el gato no recuerda caras, es un predador solitario, recuerda entornos territoriales a la perfección y nuestras caras a fuerza de verlos todos los días puede formar parte de ese entorno y nada más, el debe olfatear para identificar. Por eso el hecho de ponernos un sombrero los asusta , o el hecho de cambiar un mueble de lugar los pone nerviosos a veces.
Reflexionemos: si pudiera preguntarle al gato si elije quince años en un almohadón, con su cuenco de alimento fresco y su bandeja impecable o elije tres años de vida en libertad, con aventuras y sexo a granel, cazando lo que quiera y andando por donde se le ocurra, sabría la respuesta, todos la sabemos.
Démosle todo lo que podamos y si la respuesta es un simple ronroneo, démonos por satisfechos.
Besos