Pésame Gatuno A Sánchez Dragó

Papasito

Experto
Pésame gatuno a Sánchez Dragó

Antonio Burgos publicó el martes este 'Pésame gatuno' a Sánchez Dragó

Querido Fernando, compañero de gatos y de letras:

Nunca me podía imaginar yo que nuestra sensibilidad colectiva iba a alcanzar cumbres de ternura y de sentimiento que me permitiesen que yo ahora te escriba para darte el pésame por la muerte en trágicas circunstancias de tu querido gato Soseki, el que sacabas por la tele, al que bautizaste así en homenaje a Soseki Natsume, el novelista de «Yo, el gato». Yo le había dado a mi maestro don Manuel Halcón el pésame por su caballo. Aquella mañana llegó al hotel Alfonso XIII sin quitarse los botos camperos y con corbata negra. Le guardaba luto a su caballo. A muchos amigos, y muy recientemente a mi cuñado Daniel Herce, les había dado el pésame por un perro, de su querido, leal perro. Pero nunca, Fernando, me imaginaba yo que el culto a nuestros amos y señores los gatos iba a alcanzar en España este refinamiento y sensibilidad, como si estuviéramos en Gran Bretaña, que me permitiera hoy escribirte esta carta a la trágica muerte de Soseki en el montacargas. Carta que te juro por mis tres gatos, por Remo, por Rómulo y por Romano, que quisiera no haber escrito nunca. Como nunca hubiera querido escribir «Alegatos de los Gatos», el libro que le dediqué a la verdadera memoria de Adriano, nuestro gato gaditano libre y anarquistón, quizá reencarnación de Fermín Salvoechea, que también se nos fue trágicamente al cielo de los gatunos, en el que creemos con la misma firmeza que en el de los hombres.

Isabel, que adoraba a Adriano como Naoko veneraba a Soseki, me dice que te oyó llorar por la muerte de Soseki. Lágrimas de hombre por su gato querido. Lágrimas ante la muerte. La gente no comprende que tú llores por Soseki como yo lloré, ¿pasa algo?, por Adriano. Al que sigo recordando. Como tú nunca te olvidarás de tu atigrado Soseki, que nació en Castilfrío y que ahora es tierra de recuerdo bajo la nieve y la plata de un olivo. Hago mío, Fernando, porque yo lo he sentido, ese sentimiento de abandono que experimentarás cuando los que no tienen esta sensibilidad ni adoran a nuestros gatos (que nunca olvidan que fueron dioses en el antiguo Egipto), te digan al verte llorar:

—¿Pero por un gato vas a llorar? Si era nada más que un gato.

Ni más ni menos que un gato. Nada menos que todo un gato. En cuya panza fría, en cuyos ojos de vidrio, ay, cabe toda la muerte. Soseki te ha demostrado lo que a mí me enseñó Adriano: que todas las muertes son la muerte. Que se comprende mejor el sentimiento humano al sufrir por la muerte de un gato. En tu emocionante obituario de Soseki, te has preguntado: «¿Se puede querer a un animal como a un hijo, como a una madre, como a un padre, como a un amigo?» Y te has respondido: «Se puede. Doy fe.» Claro que se puede. Y se debe, para pagarles parte de cuanto nos dan estas peludas fábricas de ternura. Más leales de cuanto la gente piensa, en la mala prensa de diabólicos que tienen desde la oscura Edad Media. Más fieles y auténticos que muchos hombres. Libres. Tú y yo amamos a los gatos, Fernando, porque ese gato que se nos pone a ronronear de placidez sobre la mesa del escritorio cuando estamos tecleando nuestros jornales nos está dictando la letra y la música de la canción de la libertad que amamos.

Veo tu foto con Soseki, con tu atigrado, peludo, inteligente Soseki, y es una viva estampa de los tres callejeros que Isabel recogió abandonados, Remo, Rómulo y Romano, y ahora nos acompañan con sus lecciones de ternura veinticuatro horas sobre veinticuatro. Lo de Víctor Hugo: «Dios creó al gato para ofrecer al hombre la oportunidad de acariciar a un tigre». En los ojos de Soseki veo lo feliz que fue contigo, como cuando lo bajaste en el Ave a Sevilla, en su butaca de clase club, con su billete de 35 euros ida y vuelta, y te acompañó luego a Cádiz para recibir el premio de los amigos del Club Liberal. El libre Soseki se sentiría en Cádiz como en su propia patria: en la Cuna de la Libertad. Sabes mejor que nadie que un gato señorial, inteligente, noble, sensible, libre como los nuestros, es la mejor Estatua de la Libertad, que se quite el frío bronce de Nueva York ante el calorcito de una barriguita peluda. Me explico perfectamente, pues, tus lágrimas de un hombre por su gato. Comprendo tu luto, Fernando. Como comprendí aquella corbata negra que mi maestro Manuel Halcón traía la mañana en que se enteró que se le había muerto su caballo.



Antonio Burgos
 

TRESA

Experto
Siento mucho lo de Soseki!
Pobrecito que muerte mas tragica :cry:
Es una bonita carta que sin duda merecia el pobre Soseki, era muy bonito (besos)
 

kiaraoxum

Experto
VAYA HISTORIA :cry: , ESPERO QUE EL GATITO NO HAYA SUFRIDO MUCHO .

POR SUPUESTO QUE EL CORAZON SE ESTRUJA Y LAS LAGRIMAS RUEDAN NO SOLO POR LA PARTIDA DE NUESTROS NOBLES COMPAÑEROS SINO TAMBIEN CUANDO LOS VEMOS MAL.

por un gato vas a llorar? SIIIII y muchisimo mas que eso. LO VOY A RECORDAR TODA LA VIDA POR HABER ESTADO CONMIGO

Fernanda
 

Patri27

Experto
:(

Pobre Soseki y pobre Fernando Sanchez Dragó.. la carta es preciosa y muy emotiva, tanto que se me han saltado las lágrimas (menos mal que estoy sola). Espero que lo supere pronto.
 

Micifuz

Experto
No lo sabía, aunque uno de mis compañeros me dice que ya sucedió hace rato (nos caen bien Sanchez Dragó y Soseki) Pero ¿por qué decís que ha muerto trágicamente? Me interesan todas las formas en que pueda morir un gato, para prevenir una posible muerte trágica de los míos.