Ya se que me direis que cada gato es un caso etc-, etc. Pero es que tengo cuatro y ninguno se deja acariciar más de medio minuto seguido. Bitxo, la británica de 11 meses tuvo una infancia movida con peleas con la abisinia, encuentros y desencuentros tras su esterilización a los cinco meses. Luego la abisinia se quedó embarazada y la british se lo tomó fatal. Serían los olores, las hormonas, qué se yo. Después cuando parió la abisinia, por precaución veté el acceso a la británica a mi cuarto y a mi baño donde tuvo a los bebés y hasta que no han cumplido dos meses no la dejé entrar. Ahora está rebotada actúa como la tía amargada y bufa a los gatitos y a la madre. No se pelea ni les agrede pero no le hacen ninguna gracia.
En cuanto a la abisinia nunca fue cariñosa, por las mañanas subía a la cama y buscaba mimos, ahora muy raramente, solo se vuelve algo zalamera caundo em acerco a la nevera y ya sabe perfectamente por qué. Se deja coger y acariciar pero a al que bajo la guardia se escapa. Los pequeños se dejan tocar pero no se acercan jamás mimosos de motu propio. Han salido a la madre, bueno y también al padre que era asilvestrado. Me hubiera gustado tanto que al menos uno, solo uno, me hiciera compañía -¡muy de vez en cuando!- sobre el regazo mientras trabajo ante el ordenador.
Los pequeñajos tienen ahora tres meses justos y siguen con la madre, ya no maman claro, pero son como una pequeña tribu. ¿Estoy a tiempo de volverlos cariñosos? Al menos un pelillo más que la arisca aunque adorable de su madre o que su tía british que se comporta con ellos como el ama de llaves odiosa de las películas.
Consejos “porfa”.
Tut
En cuanto a la abisinia nunca fue cariñosa, por las mañanas subía a la cama y buscaba mimos, ahora muy raramente, solo se vuelve algo zalamera caundo em acerco a la nevera y ya sabe perfectamente por qué. Se deja coger y acariciar pero a al que bajo la guardia se escapa. Los pequeños se dejan tocar pero no se acercan jamás mimosos de motu propio. Han salido a la madre, bueno y también al padre que era asilvestrado. Me hubiera gustado tanto que al menos uno, solo uno, me hiciera compañía -¡muy de vez en cuando!- sobre el regazo mientras trabajo ante el ordenador.
Los pequeñajos tienen ahora tres meses justos y siguen con la madre, ya no maman claro, pero son como una pequeña tribu. ¿Estoy a tiempo de volverlos cariñosos? Al menos un pelillo más que la arisca aunque adorable de su madre o que su tía british que se comporta con ellos como el ama de llaves odiosa de las películas.
Consejos “porfa”.
Tut