Me presento, y os voy a contar mi historia, porque lo necesito y porque mi niño lo merece.
Hace tres años y medio, mi novio y yo nos encontramos un gatito abandonado en medio de la calle. Era negro y con el cordón umbilical todavía colgando... dos días debía tener el chiquitín, y aunque ya teníamos otro gato en casa, lo cogimos, lo llevamos al vete, y a base de noches en vela y masajes abdominales lo sacamos adelante. Lo llamamos Sake.
Se convirtió en un animalillo muy muy especial... sociable, mimoso, humano... incluso la gente que odiaba a los gatos terminaba enamorada de él.
Hace más o menos dos meses, Sake se tumbó en la almohada de mi ahora marido, y durante una mañana no se movió de allí. No comió, no bebió, no jugó... y lo más raro, no nos dió ningún cabezazo en horas. Fuimos al vete de cabeza, y después de una semana de pruebas nos dijeron que tenía el hígado muy inflamado, las transaminasas por las nubes, ý no sé cuántas mierdas más. Nos dieron medicación, y aparentemente, Sake se puso estupendo.
Un mes después volvió a ocurrir lo mismo, pero mi niño estaba todavía peor porque se quejaba constantemente, así que otra vez a hacer millones de pruebas... en dos días, hasta que llegó la ecografía y lo inevitable. Tenía PIF, su cuerpecillo lleno de líquido de tal forma, que ya se estaba ahogando... no podía respirar.
Nosotros decidimos en aquel mismo momento terminar con su sufrimiento, si lo hubiéseis visto... los esfuerzos que hacía el pobrecillo para coger aire... En fín...
Sake era mi vida, mi alegría, mi razón de sonreir por las mañanas... lo era todo, y nunca, jamás podré querer a otro animal de esa forma. Hace tres semanas que se fué, y yo no puedo parar de llorar... lo veo en todas las esquinas de mi casa, Dios... ojalá mañana me despertara y él siguiera a mi lado, daría todo, todo lo que fuera...todo.
Al día siguiente de dormirlo, fuimos a recogerlo a la clínica para enterrarlo en la finca de la familia, con una perrita que acabábamos de comprar. Una caniche negra, chiquitina, dulce... preciosa. El vete, nos dijo que le iba a echar un vistazo, y cual es nuestra sorpresa cuando nos dice que tiene un soplo al corazón, muy grave.... pero que no nos preocupáramos porque justo ese día, en la clínica, había un congreso de ecocardiólogos... que la iban a mirar y nos dirían las posibilidades.
Resultó que el soplo de Lupita era mortal, pero quirúrgico. Sin la operación no tenía ni un mes de vida... pero gracias a haber ido allí justo esa mañana, la perra está hoy con nosotros, con toda una laaarga vida por delante.
Yo sé que fué Sake quien nos dijo que nos lleváramos a aquella perrita desde ahí arriba, donde él seguro que está. Sé que fué Sake quien hizo que la lleváramos aquella mañana al veterinario, de paso que lo recogíamos a él. Sé que fué Sake, mi niño, mi sol, quien salvó la vida de esa perrita.
Sé que Sake se fué por algo... se fué para darnos una nueva vida. Lo sé.
Un beso para todos, y un abrazo muy grande para todos aquellos que estén pasando por un momento parecido.
Hace tres años y medio, mi novio y yo nos encontramos un gatito abandonado en medio de la calle. Era negro y con el cordón umbilical todavía colgando... dos días debía tener el chiquitín, y aunque ya teníamos otro gato en casa, lo cogimos, lo llevamos al vete, y a base de noches en vela y masajes abdominales lo sacamos adelante. Lo llamamos Sake.
Se convirtió en un animalillo muy muy especial... sociable, mimoso, humano... incluso la gente que odiaba a los gatos terminaba enamorada de él.
Hace más o menos dos meses, Sake se tumbó en la almohada de mi ahora marido, y durante una mañana no se movió de allí. No comió, no bebió, no jugó... y lo más raro, no nos dió ningún cabezazo en horas. Fuimos al vete de cabeza, y después de una semana de pruebas nos dijeron que tenía el hígado muy inflamado, las transaminasas por las nubes, ý no sé cuántas mierdas más. Nos dieron medicación, y aparentemente, Sake se puso estupendo.
Un mes después volvió a ocurrir lo mismo, pero mi niño estaba todavía peor porque se quejaba constantemente, así que otra vez a hacer millones de pruebas... en dos días, hasta que llegó la ecografía y lo inevitable. Tenía PIF, su cuerpecillo lleno de líquido de tal forma, que ya se estaba ahogando... no podía respirar.
Nosotros decidimos en aquel mismo momento terminar con su sufrimiento, si lo hubiéseis visto... los esfuerzos que hacía el pobrecillo para coger aire... En fín...
Sake era mi vida, mi alegría, mi razón de sonreir por las mañanas... lo era todo, y nunca, jamás podré querer a otro animal de esa forma. Hace tres semanas que se fué, y yo no puedo parar de llorar... lo veo en todas las esquinas de mi casa, Dios... ojalá mañana me despertara y él siguiera a mi lado, daría todo, todo lo que fuera...todo.
Al día siguiente de dormirlo, fuimos a recogerlo a la clínica para enterrarlo en la finca de la familia, con una perrita que acabábamos de comprar. Una caniche negra, chiquitina, dulce... preciosa. El vete, nos dijo que le iba a echar un vistazo, y cual es nuestra sorpresa cuando nos dice que tiene un soplo al corazón, muy grave.... pero que no nos preocupáramos porque justo ese día, en la clínica, había un congreso de ecocardiólogos... que la iban a mirar y nos dirían las posibilidades.
Resultó que el soplo de Lupita era mortal, pero quirúrgico. Sin la operación no tenía ni un mes de vida... pero gracias a haber ido allí justo esa mañana, la perra está hoy con nosotros, con toda una laaarga vida por delante.
Yo sé que fué Sake quien nos dijo que nos lleváramos a aquella perrita desde ahí arriba, donde él seguro que está. Sé que fué Sake quien hizo que la lleváramos aquella mañana al veterinario, de paso que lo recogíamos a él. Sé que fué Sake, mi niño, mi sol, quien salvó la vida de esa perrita.
Sé que Sake se fué por algo... se fué para darnos una nueva vida. Lo sé.
Un beso para todos, y un abrazo muy grande para todos aquellos que estén pasando por un momento parecido.