Se llamó Chulén y tuvo una vida digna de una gata. La encontré en un árbol en la esquina de mi casa y, confundiéndola con una de mis gatas la bajé .De alli en más abrió la puerta de mi vida y se metió como un ventarrón. Era gris atigrada, muy suave y flaquita. Tan sana...saltaba y corría por todo el jardín y siemepre trotaba a nuestro lado. Era buena compañera de mis otras gatas. Se ganó nuestro amor con su amor y su alegría.
Y se fué una tarde de enero, cuando cruzó la calle y pasó lo que a tantos les sucede. Herida de muerte, trepó la reja y caýó rendida, ya inconsciente en el cantero donde crece la glicina. No recuerdo haber llorado tanto y eso que pasaron por mi vida tantos gatos y perros...Chulen era esa alegría que a veces me es esquiva, la libertad que siempre anhelo y el cariño, que tantao me cuesta demostrar. Creí que iba a estar conmigo mucho tiempo, pero las cosas son así...y por algo tendrán que ser así.No tengo ni una foto de ella , la borré de todos los archivos, con esa rabia enorme que nos hace preguntar infantilmente "por qué". Pero quedó tan nítida en mi memoria, que su recuerdo es un álbum de malabares y locuras, de hocicos acercándose a la cámara, de curiosas orejas orientadas. Que su recuerdo ya casi no es pena, sino un puñado de lo mejor que los seres vivos podemos ser.
A Chulen
Y se fué una tarde de enero, cuando cruzó la calle y pasó lo que a tantos les sucede. Herida de muerte, trepó la reja y caýó rendida, ya inconsciente en el cantero donde crece la glicina. No recuerdo haber llorado tanto y eso que pasaron por mi vida tantos gatos y perros...Chulen era esa alegría que a veces me es esquiva, la libertad que siempre anhelo y el cariño, que tantao me cuesta demostrar. Creí que iba a estar conmigo mucho tiempo, pero las cosas son así...y por algo tendrán que ser así.No tengo ni una foto de ella , la borré de todos los archivos, con esa rabia enorme que nos hace preguntar infantilmente "por qué". Pero quedó tan nítida en mi memoria, que su recuerdo es un álbum de malabares y locuras, de hocicos acercándose a la cámara, de curiosas orejas orientadas. Que su recuerdo ya casi no es pena, sino un puñado de lo mejor que los seres vivos podemos ser.
A Chulen